Este 2 de abril se cumplen 42 años de aquel día de 1982 cuando tropas del Ejército y la Armada de la República Argentina desembarcaron en las Islas Malvinas. El objetivo de la “Operación Rosario” era recuperar las islas ocupadas ilegalmente por el Imperio británico desde 1833. Las instrucciones impartidas a los jefes y comandantes era realizar una operación “incruenta”, lo que significaba evitar a toda costa producirle bajas al enemigo. Luego del desembarco, tropas de la Infantería de Marina a cargo del Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino llegaron a la residencia del gobernador inglés. Luego de rodearla y obedeciendo las órdenes al pie de la letra, fue el propio Giachino el primero en entrar. Abatido por el fuego británico, el mendocino se convirtió en el primer caído en la gesta reconquistadora. Es en honor a él y a todos los caídos en combate que nuestra hermana República Argentina celebra hoy el “Día del Veterano y de los caídos en la Guerra de Malvinas”.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde la guerra en el Atlántico Sur. Poco tiempo después comenzaría un proceso de entrega nacional jamás imaginado en las tierras liberadas por gigantes como los generales San Martín y Artigas. Se inauguraba así un período de “relaciones carnales” con el mundo anglosajón que evidentemente no podía terminar bien. Y en efecto, no terminó nada bien. Nuestras naciones decidieron abandonarse a un realismo interesado, dejando de lado ese idealismo soberanista que nos había movido desde la Revolución de Mayo hasta entonces.
Por conveniencias terrenales de cortísimo plazo, los gobiernos subsiguientes se dejaron colocar en la misma posición que los melios en la Guerra del Peloponeso. Presionados por los atenienses, a los melios no quedaba otra opción que la guerra o la sumisión. Pero a pesar de ser militarmente más débiles que los atenienses, los melios estaban dispuestos a defenderse. Creían en la justicia, que asociaban con la equidad, y consideraban a los atenienses como injustos. También creían que los dioses apoyarían su justa causa y compensarían su debilidad militar. Los atenienses en cambio tenían como único argumento su poderío militar, que sostenía un “mundo como es y no el que debería ser”. Los atenienses terminaron destruyendo Melos, pero esto no cambiaría el curso de la historia: la Guerra del Peloponeso culminaría en una victoria total para Esparta.
“En general tenemos muy claro que Malvinas fue una gesta heroica y una guerra justa y que, si algún día los argentinos llegamos a recuperarlas, seguramente lo haremos por lo que se hizo en la guerra en 1982. No hay dudas que hoy estamos mucho mejor que en 1982 y que la causa Malvinas se metió en lo más profundo de los corazones argentinos. He ahí uno de los fundamentos más importantes para volver a recuperarlas. Si tuviésemos gobernantes patrióticos, recuperaríamos las islas antes de lo que muchos imaginan. Y no estoy hablando de guerra, sino de aplicar con firmeza, políticas coherentes para con quien usurpa nuestro territorio, de forma tal que le hagamos sentir al usurpador todo el peso de nuestras decisiones soberanas. Nadie negocia con miedosos, débiles o timoratos”, decía hace unos años el Mayor (R) Hector Reinaldo Abete.
En este día tan importante para la Nación argentina, el Espacio de los Pueblos Libres desea rendir su más sentido homenaje a los caídos en la defensa de las Islas Malvinas. Su gesta ilumina nuestro esfuerzo diario por recuperar el sentido nacional.
El General Quiroga decía: “Nuestro punto de reunión será siempre el campo de batalla”. Nosotros podemos decir: Malvinas es nuestro punto de reunión. Malvinas nos reúne para completar la Independencia Americana, para completar el sueño de Artigas y San Martín.
¡Dios y Patria o Muerte!